De Weinstein a Polansky: La evolución de la ola de denuncias sobre abuso sexual

De Weinstein a Polansky: La evolución de la ola de denuncias sobre abuso sexual

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La ola escándalo que comenzó con el caso Weinstein, se ha transformado en Francia en la campaña twitter #balancetonporc (denuncia a tu cerdo), y no tiene visos de parar. De Weinstein era más que sabido que era un predador sexual, que utilizaba su posición de poder para dar rienda suelta a sus pulsiones. Era un secreto a voces en el mundo de Hollywood, que suscitaba algunos chistes en el medio sólo para banalizar un delito, y hacer más cruel el silencio y la impunidad, durante los años esto funcionó como círculo vicioso perfecto.

Y como siempre, los excesos crean reacciones sobredimensionadas, como el tono de los twitters de #balancetonporc, donde se corre el riesgo de caer en una lógica de linchamiento, y en esa lógica ¿qué vendría después? ¿La ejecución en la plaza pública y colgar al culpable de sus partes pudendas? Quizá sería mejor mantener la lógica de la denuncia penal y el proceso subsecuente.

En esta misma ola, vuelve a saltar el “caso Polansky” con nuevas acusaciones de abuso sexual que datan de los años 70. Una vez más el director fue interrogado en el Festival de Zurich, donde ya había estado a punto de ser arrestado por mandato de las cortes de Estados Unidos por un delito cometido en 1977.

La Cinemateca Francesa enmedio el debate

Sobre el caso Polansky se añade la retrospectiva que la Cinemateca le organizó y que provocó la ira de varias organizaciones feministas, entre ellas Femens, que pedía la cancelación del evento. No sabemos si para atizar más la polémica, la misma Cinemateca programará un ciclo del director Jean-Claude Brisseau quien ya fue condenado en 2005 por acoso a dos actrices y en 2006 por agresión sexual. Más allá de esta polémica, podemos lanzar la cuestión de si es posible separar la vida personal del autor, de su producción artística. Los ejemplos no faltarían, bástenos tan sólo pensar en autores como Ferdinand Céline.

Si esto es posible, podemos leer o releer sin culpa “Viaje al fin de la noche” (Voyage au bout de la nuit). Al mismo tiempo es necesario poner fin a los abusos de poder, pues si el arte puede estar en un esfera por encima de la moral y las leyes, los artistas no deberían estarlo.

En esta ola de denuncias, el cine ha estado en el ojo del huracán, y parece que la ola empieza a mojar al mundo de la política. Esperamos que no se detendrá ahí y que llegará con la misma fuerza a todas las esperas del poder.

Phillipe Mathieu /Trad. G. Quiroz

 

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